De filosofía y cosas peores

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Michael Torresini

Antier escuché un tipo que hablaba del alcoholismo. Habló mucho y muy bien-o mucho mejor que yo de todo modo. Yo hablo mal pero no necesito hablar mucho para decir lo que quiero. Sólo obedezco a la buena retórica, lo que permite al hombre decir mucho con pocas palabras. El problema del alcoholismo, de la drogadicción y de todos los problemas causados por los refrescos y la mala alimentación, es decir una problemática mucho más vasta del puro alcoholismo, se soluciona obedeciendo a la razón, se soluciona anteponiendo nuestra inteligencia a nuestras sensaciones. Por ejemplo: el vaso de vino que tomo con la cena me gusta y me hace bien; pero sé que, si acabara la botella, todo este bien, del paladar así como de la salud, se convertiría en un mal. Y así no lo hago. Y la cosa me sale muy muy fácil porque así acostumbro. Y ya llegamos al dualismo de antier: cultura-o falta de ella, y costumbre. Mi propuesta no tan difícil; sólo hay que usar la inteligencia y hacer un esfuerzo inicial-que la costumbre eliminará pronto.

Yo empecé a hacer buen uso del vino-lo que luego se arraigó más en mí, al punto que, si tengo todavía un poco de vino en mi vaso, cuando acabo de comer lo boto-o busco un poco de queso; pero si no lo hay no tomo el vino con el postre, pues con él voy a querer algo de atinado como un Cuba libre-ron y cola-uno o dos. Y a pena siento el efecto del alcohol en mí, desisto. Las dos copas las tomo porqué son ricas, y la relajación que inducen atina bien con la lectura o una película-y el sueño finalmente. No me parece de estar sugiriendo una vida de privaciones, sino todo lo contrario, pues finalmente yo como y tomo lo que me da gana. Hay que dominar nuestros impulsos.
Luego la satisfacción de haber dominado nuestras debilidades hará todo más fácil…Hasta a
llevarnos a la felicidad que, como Spinoza nos enseña, no es tanto estar bien, sino estar mejor. Ya estamos hablando también de la salud de la mente, fácil de obtener con el bienestar renovado por una vida gobernada por la inteligencia, la lógica, la ética y la estética. Lo que tomo y como obedece a la estética que se expande desde la visual a el gusto. El buen gusto que se lleva de la mano con la salud: La única manera para hacerme tomar Coca-Cola, es mezclarla con Appleton, mi ron favorito. Es probablemente la única cosa de bueno que hace Jamaica, pero es muy bueno.
Voy a fortalecer los conceptos con la experiencia: voy a poner un poco de orden en el mundo en cuanto a alcoholismo. Asia y África son otro mundo; estoy hablando de nuestro mundo, del mundo occidental-de Europa y de este continente. En Italia nunca escuché acerca de los alcohólicos anónimos, en Francia tampoco. Creo la primera fue en Inglaterra, cuando tenía veinte años. Unos patrones: Voy a hacer una división muy general entre latinos y anglosajones-con la siguiente conclusión: Todos los anglosajones son pronos a tener problemas de alcoholismo. Mientras que, entre los latinos, solamente los de este continente son afectado por este vicio. En Boca mi mejor amigo era un abogado. Me visitaba seguido en mi tráiler, donde cenábamos y tomábamos unas copas. Esta es una ocasión arquetípica cuando me paso un poco para solidarizarme con el amigo, para así decirlo…Vaya, pero el punto interesante es que yo, con unos tragos más en la panza, lo único que quiero hacer es dormir. Pero mi amigo no, mi amigo no va a dormir, se para en una cantina, manejando y a darle. Un letrado culto e inteligente-que no usa su
inteligencia para lo más importante, su salud. Ni es la cosa tan insólita: hay mucha gente que cuida su negocio, pero no su salud.