Oh los recuerdos. Rememoro un viaje a La Habana, el veintiúnico, en el año 2009, presente lo tengo yo. Camelot
AQUEL VIAJE A LA HABANA (2009)
“Nosotros todos somos pobres” -me dijo el taxista, a quien contraté para que nos llevara por cielo y tierra, por mar no porque no es navegante-, “pero aquí todos tenemos derecho a la salud y la educación y vivimos seguros, tengo cuatro hijos y siete nietos, y han vivido aquí toda su vida, recibidos, profesionistas ya y trabajando en este país”.
MARINA HEMINGWAY
Doy un rol por la Marina Hemingway, una creada en homenaje al escritor, veleros pequeños y embarcaciones chicas con banderas de todos lados, panameñas y de las que se puedan, me acuerdo del notario Gerardo Gil, un navegante de siete mares, pescador bueno de marlines, con su lugarteniente Draga. Otear el hotel El viejo y el mar, en honor a aquella novela que inmortalizó al afamado pescador Gregorio, que le dio a Hemingway el Nobel de Literatura. Hugo Chávez les da petróleo, pero a cambio Cuba le envió 20 mil médicos. Recuerdo a los creadores de la Televisión, las primeras radionovelas de Tres Patines con su Ananina. Crucé su malecón de 18 kilómetros de largo. Y allí me bajé del taxi para ver cómo un entrenador tenía a un equipo de béisbol de chamacos, futuras estrellas del béisbol americano, si es que los dejan salir, porque el comunismo aprieta bien y fuerte. Y los tienen empobrecidos, cuando podrían ganar millones en la Gran Carpa.
EL TURISMO
Hago turismo de todo tipo, rolo por su Quinta Avenida, una copia de nombre de aquella famosa neoyorkina, dar una vuelta por donde se asienta la embajada rusa, antes soviética, un verdadero adefesio de cemento, un bunker muy parecido a una toma de agua de esas pueblerinas, aunque eso sí, a prueba de intrusos, tiempos de aquella Guerra Fría que el mundo vivió apanicado. Voy al Bosque de La Habana, un lugar precioso que pocos turistas visitan. Uno debe acostumbrarse a contemplar la belleza de sus mujeres. Por todos lados, lo mismo rubias que morenazas. Algo en lo que no tienen rival. Visita obligada a su panteón, el Cementerio Colón, donde el mármol italiano, el de Carrara y demás amontonan las tumbas. Alguna vez estuve en el argentino de La Recoleta para ver la visitada tumba de la amada Evita Perón. Allá solo vez esa y te vas. Aquí se pueden ver muchas, como una impresionante a los bomberos y otra a los caídos en las guerras. La tumba de la milagrosa es una muy apreciada. Cuenta la leyenda que una vez sepultaron a una mujer llamada Amalia, con su niño recién nacido al pie de su vientre. Al poco tiempo, en una exhumación, se encontró al bebito en sus brazos, se había movido del sitio y eso significó un milagro. La ven mucho, le ponen flores y le piden buenos deseos convertidos en milagros.
Llego a la Plaza de la Revolución. En la ciudad no hay anuncios en ningún lado. De ningún tipo comercial. Sorprende eso para nosotros que venimos de un lugar donde pululan a lo bestia. Solo los que alaban la revolución. De Fidel y del Che Guevara, en las oficinas del hotel español hay testimonios de fotografías cuando el comandante les inauguró este hotel, que opera bajo el esquema de su sistema del Estado con inversión privada.
