sábado, abril 27, 2024
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*-Los grandes incendios nacen de pequeñas chispas. Camelot

 

EL FUEGO QUE SE FUE

Así como llegó se fue. Con mucho daño. Un sábado comenzó a nublarse la ciudad, atrás de los cerros, rumbo a la zona de las Cumbres se veía salir un humo. Aquí algunas veces hemos visto que los montes se prenden, el Cerro del Borrego en su parte a Rio Blanco alguna vez ha tenido amagos de incendios y logran apagarlos rápido. Pero no, he aquí que aquello comenzó como un inicio de incendio controlado, porque los pastizales logran quemarse en días de mucho calor y más en ese día que hubo dos que llegaron con suradas, cuyo viento mueve la lumbre. Sábado en la noche y solo comenzaron a moverse los pobladores, brigadistas y pueblo que tienen experiencia en esas cosas del fuego. Duró toda la noche y se extendió ante la indolencia de un gobierno que no quiso venir y de un gobernador (Cuitláhuac) inepto e inútil que solo se defiende de su culpabilidad, sin argumentos. La ciudad comenzaba a verse ennublecida, el fuego que quemaba los pastizales y la hierba ya hacia presencia en esta Orizaba, si Guadalajara olía a pura tierra mojada, aquí olía a hierba o madera quemada. Los brigadistas comenzaron a subir, se pedían palas y guantes y azadones, porque el fuego se le combate no tanto con agua, sino haciendo las zanjas para que ya no corra, en eso hay experiencia. México es zona de incendios, parte sur de todo el país. Al Domingo de Ramos ya ardía Balastrera, Mendoza, Nogales, Acultzingo, luego bajó a Ixtaczoquitlán y se recorrió a Tzoncolco y Omiquila, en Rafael Delgado, hasta llegar a Tlilapan, que en Náhuatl significa Agua Negra, que son las que queremos, las aguas.

 

PUEBLO ORGANIZADO

La gente comenzaba a organizarse. Ante un gobierno apanicado, ellos mismos comenzaron a organizar los Centros de Acopio, la Cruz Roja, la Canaco, Cafiver, diversas organizaciones de jóvenes, el Padre Marcos, de la iglesia de El Encinar, trabajaba como brigadista, hizo él solo más que el gobierno junto el primer día, conformó las ayudas, abrió la iglesia de par en par y se puso a recolectar ayudas para brigadistas, palas, guantes, machetes, cubrebocas, gotas para los ojos, carretillas, ropa adecuada, agua embotellada, electrolitos, todo eso era para los brigadistas y la gente que colaboraba. Fue el pueblo, esos héroes sin capas, que se formaron y subieron las montañas a combatir el fuego. Se especuló y el mismo gobernador dijo que varios de esos fuegos habían sido provocados, y que andaban en eso, pero como no agarran a nadie ni investigan nada, quedará solo en el anecdotario. Lo que fue un hecho, es que comenzaron a circular fakes en redes, un incendio provocado en Naucalpan se lo achacaban a Orizaba. Era mentira. Luego, llegó a Ixtaczoquitlán algo de ese fuego, cosa para Ripley porque en Ixtac está concentrada la mayor industria de la zona: Kimberly, Papelera, Cementos, Sabritas, Pemex, Fermex, Proquina, Cafiver, Polietilenos de Orizaba, Criogas, Tyasa y ese pueblo no tiene ni siquiera una pipa de bomberos, en contraste con Orizaba que tiene bastantes y bomberos muy especializados. Más tarde de dos días después, ardió una cartonera en el Parque Industrial, nada tenía que ver con el fuego en las montañas ni con los vientos, pero al llegar a esta empresa algunos sospechaban de una cadena de terrorismo y sabotajes. Se supo que una caldera exploto y de allí llegó el siniestro. El Ejército llegó tarde con su Plan DN III, algunos comenzaron en redes a criticar el por qué este gobierno había quitado fondos a Conafor (Comisión Nacional Forestal) y  el dichoso Fonden, que aquí podía aplicarse como un desastre a varios municipios, ahora vive sin fondos federales.

El gobernador, días después, en rueda de prensa, quería deslindarse de su responsabilidad. Pero no se pudo, las pruebas lo acusan y la gente amenazaba que en las urnas se ven. Brigadistas fueron muchos, gente de la región con experiencia y sin experiencia treparon esos cerros a combatir el fuego. Una foto da cuenta de ello, un poblador, agotado descansa entre más gente por la faena del día. Otra mujer campesina, indígena de Tlilapan, con sus vestimentas de usos y costumbres, apaga ese fuego. Alguien por allí también escribió que si hubiera (ay los dichosos hubiera) sido esto en la época de Luis Sardiña (coño loco), seguro llegaba esa misma noche y al otro día tendría cinco o seis helicópteros apagando ese fuego. Y no habría llegado a las consecuencias que llegó.

En fin.

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