SABADO DE VIAJES
Un lector recomendó que los sábados los utilice para rememorar algunos viajes que yo mero he hecho. Van.
ELOGIO DEL VIAJE. Eduardo Galeano; “En las páginas de Las mil y una noches se aconseja: “¡Márchate, amigo! ¡Abandónalo todo, y márchate! ¿De qué serviría la flecha si no escapara del arco? ¿Sonaría cómo suena el armonioso laúd si siguiera siendo un leño?”. Camelot.
EN EL CALAFATE (ARGENTINA)
Mañana de media semana. Partimos a El Calafate, al fin del mundo, a la Patagonia, de donde dijo El Papa Francesco que lo llevaron un día como Cardenal, y lo vistieron de Papa. Me han traído del fin del mundo, dijo en ese balcón papal de la Plaza de San Pedro, cuando escucharon su nombre que confundieron con un italiano, porque estos argentinos, la gran mayoría, se apellidan italiano. Vuelo doméstico, salimos del otro aeropuerto, el pequeño, llamado Aeroparque Internacional, que está pegado al Rio de la Plata que, tomando un catamarán, o un buque de pasaje se pasa a Uruguay, la tierra de José Mujica, un presidente honesto, o de Eduardo Galeano, el gran escritor recién fallecido. Volaremos por Aerolíneas Argentinas, no es un vuelo corto, es un vuelo de tres horas, unos tres mil kilómetros porque, desde el Atlántico, bordeando la Cordillera de los Andes, si se camina, se cae uno. Habrá turbulencia, avisa el piloto, lógico, la Cordillera genera aire caliente y frio, lo que origina eso. Traemos reserva para uno de los hoteles de El Calafate, es un pueblo que conocí hace algunos años, aquí coincidimos el gran escritor Germán Dehesa, y quien esto escribe, y cada uno, a su manera, narramos esos pormenores del gran Glaciar Perito Moreno, no había ni hubo dos escritores como Dehesa, que debe descansar en paz, y se le extraña. Despegamos, el avión es como los del jefe Alemán (para Montano), el Interjet, de buenos espacios entre asientos y cómodos. El paisaje es árido, como australiano, no hay ahora nieve, a la llegada se ve el gran Lago Argentino, es un aeropuerto pequeño, llegan unos seis vuelos diarios, cuando se volaba a medio camino el piloto avisó sus azafatas que se cruzaba la Cordillera de los Andes, para que se sentaran y pusieran cinturones de seguridad. Una vez sentí ese bamboleo cuando crucé con mi hermano Enrique de Buenos Aires a Santiago de Chile, a conocer La Moneda, donde los militares pinochetistas mataron al presidente Salvador Allende. Tres horas exactas después, aterrizamos. Se tarda un poco en recoger el equipaje. Hay despidos de personal, quizá eso sea. Se implanta un neoliberalismo, los de la Kirchner contra los de Macri. Como en el fútbol, hay odios. Un taxi minivan nos lleva los 23 kilómetros. Llegamos, desempacamos y salimos en busca de sitio para cenar un lamb, el Cordero que aquí tiene fama mundial. Calafate es un pueblito de 20 mil personas, bello, como de cuento de hadas, en su centro no hay negocio ni casa que exceda de dos pisos, ni Mc Donalds ni Tacos Bell ni esas franquicias, hace un frio del carajo. Se cena y se pernocta para esperar la tour del otro día, que te lleva a ese Glaciar llamado Perito Moreno en homenaje a Francisco Moreno, que fue Perito y al ser contratado para que delimitara los límites geográficos, dio el fallo a Argentina, y de allí el nombre. Cenamos en un asadero llamado Don Pichón (nada que ver con Pichón Preñado, un político de mi pueblo (qepd), excelente los bifes y el cordero y las pastas. Tienen fama de su cordero, no el que quita los pecados del mundo. El otro.
EL RECORRIDO
Muy temprano pasa el bus por nosotros. 8am, vamos a un recorrido cerca de una hora, a los 85 kilómetros donde posa eterno el Glaciar. Vigilado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, y por Natgio, que filmó apenas la caída del puente, un verdadero trozo gigantesco de hielo, miles de toneladas que cada cuatro años, como los cuernos de los venados, muta y los deja caer para comenzar el ciclo de volver a formarlo, eso se ve en Youtbe, pique usted caída de puente glaciar Perito Moreno, y ahí está. Hace tiempo, una guía nos dijo que una curva cercana se llama la curva de los suspiros, y no dijo por qué, cuando llegamos a ella todo mundo lanza un wooow de exclamación. Allí estaba ese imponente Glaciar, majestuoso, con sus millones de años como vigía de esta Patagonia, lugar muy inhóspito que poco a poco pueblan. Glaciar que avanza dos metros diarios, pero los retrocede. En Calafate, por ejemplo, hace no mucho la población era de 6 mil personas, ahora es de 20 mil. Es un lugar donde la gente viene a trabajar temporalmente, y así ha venido el crecimiento poblacional. Tierra donde nació el presidente Kirchner. Hay aún muchas calles sin pavimentar, las aledañas a los hoteles, es por los corruptos políticos que los han dirigido, este país, Argentina, no se ha merecido tanto corrupto que los ha gobernado, como nos ha ocurrido a México. Con lo que tienen, no debían tener penurias. Llegamos, nos trepamos al barco que nos llevará frente al enorme trozo de hielo, la gran masa de hielo aparece ante nuestros ojos, Dios dotó esta Naturaleza de magia. Es solo la mano de Dios la que pudo haber creado esto. El Parque Nacional Los Glaciares cobija ahora a más turistas que nunca, la guía me cuenta que llegan japoneses, que antes no venían, y algunos americanos, europeos siempre, y el turismo argentino. Los autobuses pendientes, han logrado un profesionalismo en los servicios. Se deja el barco y se va a pie hasta el mirador, imponente se ven sus cinco kilómetros de ancho y 60 metros de altura hasta el agua, dicen que para abajo son 220 metros, todo mundo con las selfies tirando fotos que ahora los teléfonos se convirtieron en cámaras de paparazis. Diez, quince, cincuenta, las fotos que quieras, los ríos humanos caminan y se detienen a ello, hace mucho frio, y mucho viento, dicen los meteorólogos que estos días terminan los vientos, el viento es lo que mas hace daño, un viento frio que pega en el rostro y uno debe andar tapadísimo.
Abandonamos una hora y pico después, y vamos a un restaurante local, a un refrigerio. Mucha gente, de gran impacto turístico. Los camiones esperan para el retorno, regresar al hotel, dormir otra noche y al otro día de regreso a Buenos Aires, a los dos últimos días para partir de regreso a casa. Fue un domingo completo, el impacto de ver ese Glaciar y ver ganar, poco después por la tele ESPN, a 19 mil 800 kilómetros de esta Patagonia, al Real Madrid de Cristiano Ronaldo, que hizo morder el polvo al Barcelona, en su casa.