“En la vida hay victorias que terminan siendo más dolorosas que una derrota: son las “victorias pírricas”
La frase del rey griego Pirro, “Otra victoria como esta y estaremos perdidos”, surge tras su triunfo en la batalla de Asculum contra los romanos en el año 279 a.c.
Aunque técnicamente ganó, perdió tantos hombres valiosos que se dio cuenta que cada triunfo así lo acercaba más a la ruina.
De ahí el concepto de “victoria pírrica”. Desde una perspectiva estoica, esta frase es una advertencia contra la ilusión del éxito externo.
Para los estoicos, el verdadero triunfo no se mide por conquistas externas, sino por el dominio interno: el carácter, la virtud y la templanza. Pirro ganó en el campo de batalla, pero perdió lo esencial —recursos, soldados y paz interior— y lo reconoció.
Eso es profundamente estoico: ver más allá de la apariencia del éxito y evaluar si estás avanzando en lo que realmente importa. Siempre que obtengamos un triunfo caben estas preguntas: ¿Cuanto me está costando esta victoria? .¿Estoy ganando batallas externas mientras pierdo a mi familia, a mis amigos, mi alma, mi paz, mi razón?.
Si el precio de un triunfo es perder tu tranquilidad o perder a tus seres queridos entonces ese triunfo es en realidad una “victoria pírrica” y no vale la pena; no todos los triunfos son buenos y no todas las derrotas son malas, obviamente para entender y aceptar estas ideas es necesario aprender a valorar más las cosas emocionales que las materiales.
Otro ejemplo de cómo en ocasiones una aparente victoria puede ser en realidad una gran derrota está en el siguiente hecho histórico durante la segunda guerra mundial: En la mañana del 7 de diciembre de 1941 a las 7:55 horas se realizó un ataque aéreo sorpresa lanzado por la Armada Imperial Japonesa contra la base naval estadounidense de Pearl Harbor en Hawai; 183 aviones japoneses atacaron en dos oleadas en las que hundieron y dañaron 19 barcos, incluyendo 8 acorazados, y destruyeron 188 aviones norteamericanos.
El ataque, que duró unas dos horas causó graves daños a la flota militar de Estados Unidos y provocó la muerte de más de 2,400 estadounidenses.
Se cuenta que después del ataque todos los soldados japoneses celebraban el “triunfo” en esa batalla pero observaron que un General estaba muy pensativo y entonces le preguntaron la razón por la que no celebraba si habían derrotado al ejército estadounidense; entones el general les respondió: no estoy seguro que hayamos derrotado a uno de los ejércitos más poderosos del mundo, más bien estoy convencido que hemos despertado a un gigante que estaba dormido.
Ese día Estados Unidos le declaró la guerra a Japón y decidió participar en este conflicto armado. La mañana del 6 de agosto de 1945 a las 8:15, un bombardero B-29 lanzó sobre la ciudad japonesa de Hiroshima la primera bomba nuclear, bautizada como Little Boy. Tres días después, el 9 de agosto a las 11:02 horas, el bombardero Bockscar dejó caer la segunda bomba atómica sobre la ciudad de Nagasaki; es decir la aparente victoria de los japoneses en Pearl Harbor en realidad fue el origen de su más grande derrota militar en la historia moderna. Japón se rindió.
En la actualidad hay personas que dedican tanto tiempo y tanto esfuerzo al crecimiento económico o de poder que no se dan cuenta que en ocasiones cada aparente triunfo es en realidad la pérdida de las batallas más importantes; si ganas dinero y poder pero el precio es perder la familia, los amigos y la paz interior, entonces lo que estás obteniendo es una “victoria pírrica”.
Si usted obtiene el éxito económico y además conserva a su familia, sus amigos y su paz interior, entonces es una victoria completa.
Si desea dedicarle más tiempo a su negocio para hacerlo crecer pero todo ese tiempo se lo resta a su familia entonces perderá más de lo que va a ganar, aquí la clave está en dedicar tiempo de calidad y no en cantidad; es decir si pasa con sus hijos 2 horas al día pero cada quien con su celular en la mano, entonces mejor dedíquele solo una hora pero con el teléfono lejos de todos y verá que el resultado será mejor.
Al obtener una victoria celébrela con humildad y piense si ese triunfo le ayuda a lograr lo que realmente desea para que no termine ganando poco y perdiendo mucho. En este tiempo en el que la vida pasa tan rápido y en el que muchos quieren alcanzar el éxito fácil y pronto es sumamente importante tener siempre presente que -como lo dictan los estoicos-
El verdadero triunfo no se mide por conquistas externas, sino por el dominio interno: el carácter, la virtud y la templanza.