jueves, octubre 16, 2025
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DE FILOSOFÍA Y COSAS PEORES

 

Michael Torresini

 

Hasta a ahora he tratado de enseñar a mis pacientes, pasados y futuros, a relajarse para permitirme de curarlos, pues como acabo de decir, si un paciente no entiende que todo lo que sentimos lo sentimos por los nervios y todos estos benditos nervios salen desde la columna hacia todo el cuerpo a través de las vértebras que, si no están en su lugar, son la causa de todos los padecimientos-y su realineación la única verdadera solución, si no lo entienden se lo explico hasta que lo entiendan, pero si no se relajan es un absurdo que no me permite curarlos. Prácticamente estoy padeciendo una grave injusticia, pues en Canadá donde estudié, el curso de quiropráctica es de 200 horas más de lo de medicina y la cosa se vuele más interesante aun si tomamos en consideración de NO sabemos todo lo que saben los médicos, en particular no sabemos usar el bisturí-pero sabemos usar las manos como si lo fuesen. En particular quiero que se entienda claramente que no, no tengo absolutamente nada a que ver con los hueseros, que con suerte pueden ser buenos para una articulación, pero no por la columna vertebral, y menos aún para las cervicales. Ya desnucaron a dos pacientes y no están al bote. Fíjense que no se traducir la palabra huesero ni en inglés, ni en francés, ni en italiano, ni en alemán. Y al respecto os acuerdo algo de obvio pero atinado en este contexto: el hombre antes pensó en una mesa, luego la hizo, y luego la llamó mesa: en estos idiomas no existe el lema huesero ya que no hay hueseros, así de simple.
Pero esto ya lo había dicho, mientras que hay una interesante observación que nunca expresé-lo haré ahora. En mi trabajo hay una clara constante: mientras más tiempo están las vértebras fuera lugar, más veces hay que repetir el tratamiento para acabar con la mala costumbre que han ido adquiriendo en el curso del tiempo. Si un paciente acaba de caerse y tiene el nervio ciático o el tibial oprimido por dos vértebras lumbares y por ende le duele mucho el talón, entra en andadera o muletas y sale corriendo en un minuto. Es cuando mi trabajo me fascina, pero lamentablemente no se pasa muy seguido. Me acuerdo de un joven agricultor, alto y fuerte que entró en muletas y se fue tan rápido y feliz que tuve que vocearlo cuando ya estaba en su camioneta para que no me dejara sus muletas—U otras situaciones cuando se sorprenden por ser curado tan rápido, fácilmente y en una sola sesión; a veces me preguntan-tengo que tomar algo-si una cervecita bien fría.

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