Por Ruperto
Yo que estaba virginal
de la mugrosa pandemia
aunque claro tengo anemia
y una panza de tamal,
les confieso como mal
pues me fascina la masa
con la que hace Nicolasa
los antojos exquisitos,
manteca en los frijolitos
y en el comal mucha grasa.
El viernes me sentí mal
y empezó la calentura
con la garraspera dura
y la tos se oía fatal,
en la nariz un caudal
de agüita que recorría
el cachete y parecía
un mocoso de tres años,
de los que chillan huraños
no más por pura manía.
En la nariz fue la prueba,
me clavaron un hisopo
con que excavan como topo
y los bichos se los lleva,
que el químico me reprueba
y a mí me dio por llorar,
luego le siguió rezar
pidiendo mi curación
y juré en la confesión
que no volvería a pecar.
Yo ese desgraciado bicho
juré que me respetaba
y a mí no me contagiaba
pero venció su capricho,
me encerrará el susodicho
unos diez días en la casa
con una fiebre que abrasa
y Chencha el mismo sermón,
ve y múdate pal panteón,
que ahí no das pa la plaza.